“Escombros es una exposición dedicada a la
basura flotante que lleva el mar. El título hace referencia a esa masa de
desperdicios en movimiento y a la vez, a aquello que el mar devuelve a la
orilla”. Así describe Ángela de la Cruz (Coruña, 1965) el modo en que sus obras
representan, de manera figurada, lo vomitado por el mar. La muestra cuenta con
una selección de dieciséis obras creadas a partir de 2009, año en el que la
artista se reincorpora al trabajo después de una larga estancia en el hospital.
La Fundación Luis Seoane se da un aire a la playa en invierno, con obras
apoyadas en el suelo o en la pared, como si la marea las hubiera arrastrado
hasta la orilla.
Las fuentes de
inspiración de Ángela de la Cruz (desastres naturales, guerras, etc.) y la
morfología de sus piezas (minimalista, monocroma, etc.) hacen que sus obras
concuerden con los parámetros básicos del haiku. El haiku es un tipo de poesía
japonesa que siempre cumple unas características: son tres versos breves y
concisos sobre un acontecimiento que llama la atención del poeta. Estos versos
hablan de la naturaleza, la realidad sensorial, el clima, la temperatura o
simplemente un color. La contemplación y el silencio se encuentran en la raíz
del haiku y a modo de comparativa, en las obras de Ángela de la Cruz. En el
caso de la artista gallega, los tres versos se solapan para formar cada obra. A
través del título, el material y el gesto, Ángela de la Cruz se expresa a sí
misma, se autorretrata.
Los títulos suelen
aludir a una temperatura, a una sensación: Battered (Golpeado), Bloated (Hinchado),
Burst (A punto de estallar), Dirty (Sucio), Flood (Encharcado), Stuck (Atascado),
Wet (Húmedo). Los materiales a una expresión plástica: aluminio pintado de blanco
o marrón, bastidores quebrados, lienzos enrollados o colgados como abrigos en
la pared. Los gestos son contenidos: golpe, erosión, pintado, rascado,
abandonado, reciclado. Véase como ejemplo de haiku atlántico la obra Debris
(Escombros, 2012), un lienzo negro que se ha tragado un banco de madera del
estudio londinense de Ángela de la Cruz.
Transfer (White, 2011) es una pieza que formó parte de su primera
individual después del derrame que sufrió y habla de la transición de su vida
pasada a la situación actual, dependiente y en silla de ruedas. Transfer funciona como metáfora vital
para su autora y difumina las distancias entre su cuerpo y sus obras. Consiste en una caja de aluminio pintada
de blanco que tiene las medidas de la artista; por uno de sus extremos está apoyada
en una silla de plástico y por el otro en un sofá minimalista; el alargado
cajón blanco se encuentra sostenido y varado como la propia artista en una
silla. Las obras de Ángela de la Cruz, autobiográficas, narrativas, calladas,
equivalen a haikus en tres dimensiones (ABC Cultural)
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