viernes, 16 de octubre de 2015

El señor de las moscas. Juan Genovés




Multitudes
Juan Genovés
Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa MAC
Av. Arteixo, 171, La Coruña
Hasta el 10 de Enero de 2016
www.mac.gasnaturalfenosa.es


    Hay obras de arte que se reconocen a leguas sin necesidad de leer la cartela con el nombre de su autor. Se debe a una persecución constante de los mismos intereses a lo largo de la trayectoria del artista. Llámese repetición o énfasis (cuestión de óptica) ha resultado una característica fundamental para distinguir el talento a lo largo de la historia del arte.

    Juan Genovés no escogió ninguno de los caminos marcados por la escuela de Bellas Artes de Valencia, ni por la época; ni Sorolla ni el informalismo de El Paso serían una tendencia para este pintor, más influenciado por el arte pop, el cine, los recuerdos de la guerra que vivió de niño o el compromiso social y político que ha marcado su trabajo hasta la posmodernidad.

    Multitudes abarca la trayectoria de Juan Genovés desde 1960 hasta la actualidad. Las obras en exposición provienen de su colección personal, que contiene más de setenta obras y miles de motas de acrílico sombreadas con carbón que sobresalen ligeramente de los lienzos. Conocido como “El pintor de las multitudes”, “El pintor de los individuos”, “El pintor de la transición a la democracia”, “El pintor español representado por Marlborough NY desde hace cincuenta años” y otros tantos méritos, Juan Genovés tiene un sello de identidad: la configuración de su estilo al paso y ritmo de los conflictos políticos, sociales y económicos de la guerra, la posguerra y la transición a la democracia española: de los años sesenta datan las pinturas elaboradas con plantillas, retratando la violencia en las calles y la injusticia del régimen franquista; los personajes anónimos de sus pinturas de gama cromática reducida aparecen en los setenta; los ochenta traerán paisajes urbanos desérticos como resonancia del 23 de Febrero de 1981. A partir de entonces la obra de Genovés se sostiene a base de figurativas mini-explosiones de color desde las últimas décadas del s.XX hasta hoy en día, variando apenas el escenario.

    Las masas de individuos son una constante en sus imágenes, de ahí la reconocible presencia de Juan Genovés dondequiera que se encuentren sus lienzos. Los motivos personales que le mueven a representar personas anónimas -corriendo, esperando, arremolinándose en algún lugar del cuadro- no han cambiado. Para él la pintura es una forma de inconformismo hacia la sociedad del bienestar, una crítica hacia el ser humano o cualquier interpretación derivada del juicio del espectador.

    Repetición o énfasis, cada mosca polícroma simboliza a un individuo con particularidades plásticas que le diferencian de la masa. En el trabajo de Juan Genovés desde la consumada transición a la democracia, las figuras de acrílico pueden parecer refugiados políticos en busca de asilo o aficionados al futbol que se disponen a entrar al partido del domingo. Cambia el decorado, cambia el campo, cambia la bufanda de los jugadores y también el título. Inconfundible Genovés. Llámese énfasis o repetición. (ABC Cultural)

martes, 11 de agosto de 2015

Paisajes de libro




Estepas
Juan Uslé y Enrique Juncosa
Lab_In Gallery
Luis Taboada 27 Vigo
Hasta el 28 de Septiembre
http://labinartemultiple.com/

Lab_In Gallery, el centro de edición de arte digital que nace en Galicia a finales de 2014, cierra la temporada de exposiciones con “Estepas”, un diálogo entre la obra del pintor Juan Uslé (Santander, 1954) y los poemas del comisario y crítico de arte Enrique Juncosa (Palma de Mallorca, 1951).

El resultado es algo más que un simple libro de artista, que habitualmente consiste en una serie limitada de publicaciones únicas, compuestas de imágenes acompañadas o no de texto. En este caso, obra gráfica y poesía se dan cita en un trabajo múltiple: seis estampas digitales y seis poemas producidos en Lab_In, productora especializada que aplica la tecnología de impresión digital de alta calidad a unas imágenes que antaño no podían ser reproducidas de manera idéntica. Las acuarelas de Uslé han sido digitalizadas para formar parte de una serie limitada a 30 ejemplares. Para ello, en Lab_In utilizan técnicas digitales certificadas; la compra implica tres certificados: uno que acredita la longevidad de las obras, otro que garantiza la autoría y el carácter original de las reproducciones y por último, un acta notarial conforme el archivo digital del que provienen las copias es destruido.

Del poemario que Juncosa escribió en 2014 en la Patagonia argentina, su amigo cántabro escogió algunos fragmentos para acompañar las acuarelas. Juan Uslé (artista invitado en la próxima edición de la Feria de Arte Contemporáneo Estampa, que se celebrará en Madrid del 24 al 17 de Septiembre), descansa por un momento del gran formato, la pincelada gestual y la pintura vinílica, para retomar la plasticidad de la acuarela ilustrando de manera sugerente la poesía visual de Enrique Juncosa: “Una aldea de adobe./ Cubos ocres/ y perros/ de ladridos escuálidos,/ mentidos por el eco”. Los poemas pertenecen a “La destrucción del invierno” (ed. Renacimiento 2013). Los versos documentan paisajes asociados a las imágenes del pintor galardonado en 2002 con el Premio Nacional de Artes Plásticas, quien ahora sintetiza en papeles de unos treinta centímetros de alto los enormes lienzos que habitualmente funcionan de soporte para sus imágenes.

Desde que en 1987 Uslé se traslada a Nueva York, su pintura comienza a inclinarse hacia una meditación poética; poética por haber aligerado las formas utilizando silencios plásticos, repeticiones y una gestualidad influenciada principalmente por la abstracción de posguerra americana. En sus trabajos es posible identificar las referencias a artistas como Pollock, Mondrian o Jonathan Lasker. “Yo perdí la memoria y las imágenes en NY”, declara Juan Uslé. Allí redescubre la luz en la pintura y el fenómeno que desde hace años le persigue como creador, la amnesia, término con el que se refiere al acto de olvidar para crear. Tal vez este sea el motivo por el cual las acuarelas evocan formas elementales, manchas y gestos primarios que a la vez señalan la experiencia de toda una carrera como pintor gestual. “Estepas” es un Juan Uslé en “edición de bolsillo”. (ABC Cultural)

martes, 14 de julio de 2015

Para saber: o ver o leer



20 formas de cambiar el mundo.
Museo Fundación Eugenio Granell
Praza do Toural s/n. Santiago de Compostela
Comisario Eduardo Valiña
Hasta el 15 de Enero de 2016

Retrato de reojo. Luis Seoane.
MARCO, c/ Príncipe 54, Vigo
Comisario David Barro
Hasta el 27 de Septiembre


            Este verano en Galicia toca recordar a dos artistas gallegos que desde el exilio procuraron una personalidad única dentro del panorama de las vanguardias internacionales. Son Luis Seoane (1910-1979) y Eugenio Granell (1912-2001), grandes desconocidos fuera de Galicia y admirados en su día entre los círculos artísticos de la época por su infatigable personalidad creadora.
            Seoane permaneció diecisiete años en Buenos Aires. Granell cuarenta y seis en cuatro países: se vio obligado a huir en múltiples ocasiones, primero de los campos de concentración alemanes en Francia, luego de la dictadura en la República Dominicana y después de la guatemalteca hasta asentarse finalmente en la capital de los talentos europeos durante el s. XX, Nueva York.
Abandonó España con un violín y volvió de la gran manzana transformado en pintor surrealista, apreciado entre otros por Breton y Duchamp. La idea de metamorfosis permanece como hilo conductor a lo largo de toda su obra, sobre todo en sus máquinas indefinidas bajo una fantasía aplastantemente diáfana. Los viajes y experiencias acumuladas se reflejan en su trabajo: el cubismo, la abstracción, la influencia del arte pop… hasta el regreso a una figuración inspirada por la América fantástica y macerada en el centro de la transformación continua: la pauta onírica. Su emigración puebla las pinturas que fusionan la imaginación de la infancia con el rechazo hacia las estructuras políticas asfixiantes. Granell denuncia la libertad de las formas dentro del formato.
En el museo que lleva su nombre y con motivo del XX aniversario de su nacimiento, la exposición “20 formas de cambiar el mundo” muestra obras clave del artista y de su mujer Amparo Segarra, actriz vinculada al mundo de la moda.

A su vez, en el MARCO de Vigo descubrimos la exposición documental de Luis Seoane: “Retrato de reojo” donde se aprecian las facetas más personales del artista. Cronista, locutor, poeta, narrador, escenógrafo, pintor e incansable animador de la vida social y cultural allí donde se encontrase, Luis Seoane fue el Walter Gropius de las artes plásticas gallegas. No entendía de disciplinas aisladas y menos aún representaba a la élite de la cultura: toda su obra plástica gira alrededor de la creencia procedente de la Edad Media según la cual, la pintura es la literatura de los iletrados. El diseño, la escritura y la pintura eran para él los mayores recursos comunicativos y educacionales para levantar a un país del hastío contextual: pobreza, guerra, incultura, hambre. En Buenos Aires conoció a Borges, Cortázar, Ernesto Sábato; también allí comenzó a pintar, a recordar y a mezclar las dos tierras. Se alejó entonces del costumbrismo hacia la síntesis de la figura humana estática, protagonizada por campesinas y pescadores. Viajó durante toda su vida y se dejó influir a ciegas en todo momento. Medieval y vanguardista, románico y abstracto, la nostalgia de Galicia y la sed de conocimiento fueron una fuente de energía inagotable.
Ambas trayectorias vitales y artísticas nos recuerdan una fórmula que apenas ha cambiado: “Para saber: o ver o leer”. (ABC Cultural)

El anzuelo de Picasso



No hablaremos de Picasso
Kiosco Alfonso, Coruña
Jardines de Méndez Núñez, 3
Comisaria, Marta García-Fajardo
Hasta el 19 de Abril

Hace cincuenta años que pablo Ruiz Picasso pintó La modelo en el taller. Hoy la tela se muestra en la ciudad donde estudió en su juventud y se exhibe como si fuera una escultura acorazada en una vitrina que señala la entrada a No hablaremos de Picasso.

Picasso es el anzuelo para reunir a diez artistas y dejarles hablar con sus obras de los temas propios de la pintura de todos los siglos: el deseo, la creación, la memoria, el tiempo, el espacio, la intimidad, el retrato, el erotismo, la belleza y una de las temáticas más fértiles y tal vez menos cultivadas hoy en día, la influencia del barroco español en el arte. Velázquez o Zurbarán fueron pinceles con forma de seres humanos, artistas del siglo de Oro que han llegado hasta “el siglo de plasma” en forma de referencia para miles de creadores. Picasso, Elmgreen & Dragset o Juan Muñoz son algunos de ellos. Este último escribía a propósito de sus instalaciones habitadas por seres inanimados: “Desde el principio mis figuras (enanos, ventrílocuos- tenían una orientación conceptual. Utilizo la arquitectura para dar a la figura un marco referencial teatral… Un recurso barroco, un decorado para la imagen”. También podríamos decir que una de las últimas creaciones de Elmgreen & Dragset, One day, es un decorado para la imagen: un niño de cuatro años observa un fusil, ambos son de frágil aluminio pintado de blanco y encarnan el eje del deseo dentro de la exposición.

Estas obras se exponen con las de otros artistas escogidos para no hablar de Picasso, sino de los citados temas que están en juego en cada obra de arte: Liliana Porter, Anselm Kiefer, Mateo Maté, Ernesto Neto, Chiharu Shiota, Georg Baselitz, Louise Bourgeois y Sofía Táboas. Algunas obras ya formaban parte de la colección de la Fundación Maria José Jove y otras son nuevas adquisiciones.

El óleo de Jacqueline -su musa de entonces- es el canal expresivo de una exposición de carácter completamente escultórico. Cuatro lienzos de entre las diez obras, sobresalen de la pared; Cuadro muerto de Mateo Maté es una reproducción de una pintura enmarcada que resbala hasta llegar al suelo. Liliana Porter ancla objetos y grafías al espacio pictórico en Sin título con barco azul, haciendo casi pareja con el barco y el lienzo de plomo de Anselm Kiefer: La memoria. Hasta el pintor alemán Georg Baselitz en su imagen girada ciento ochenta grados que lleva por título Dix -donde aparecen dos figuras boca abajo- se acerca a esa visión escultórica de la representación artística: “Lo que me interesa es quitarle el suelo al espectador. Quiero quitarle al cuadro la base de realidad que el cuadro podría tener”. “La modelo en el taller”, leitmotiv por excelencia de artistas a lo largo de la historia de la pintura, inicia al espectador en un paseo a favor de la tridimensionalidad sobre la que Barnett Newman ironizaba en los años cincuenta: “La escultura es aquello con lo que tropiezas cuando retrocedes para mirar un cuadro

Las personalidades artísticas encajan con extrema fluidez en No hablaremos de Picasso; nos hemos dado un paseo por artistas representativos del s.XX y XXI sin darnos cuenta del afán didáctico del recorrido; el primer plato es moderno y el postre acaba de salir del horno. El formato de la exposición carece de arrogancia y acoge con amabilidad a expertos, aprendices y público general. Picasso siempre dará que hablar. (ABC Cultural)

miércoles, 28 de enero de 2015

Costumbrismo abstracto. Carlos León



            A veces las exposiciones se te pegan; hay un tipo de obra que se pone de moda y de repente te tropiezas cada dos por tres con artistas y trabajos parecidos. Hace unos años fue la plaga de cubrir objetos de color dorado, luego la de quemar dinero, luego la de atar dos maderas con una cuerda, apoyarlas sobre un pedazo de tela -por ejemplo- y aderezar la obra con un título literario y corpulento.
El caso es que cuando uno es incapaz de apreciar ciertos fenómenos de atracción artística, o ciertos artistas, se pregunta qué pasa: ¿será una limitación  personal o tal vez un lugar incómodo hacia el que la reflexión y la crítica te empujan? Un poco de cada coincide en esta exposición.
Caminamos por las salas del CGAC entre obras de Carlos León (Ceuta, 1948) que en su mayoría han sido realizadas en esta últimos época. Aunque él mismo se defina como “pintor español”, Carlos León también se encuentra ligado a la escultura desde los años setenta. Por aquel entonces León estuvo adherido a un tipo de pintura de carácter formalista ligada al movimiento francés supports-surfaces y en parte así es conocido en nuestro país: como artista representativo de la pintura abstracta española. Sin apenas variaciones en todo este tiempo – cambios de soporte, superficie o cualquier matiz heterogéneo-, dos constantes en su trayectoria se trazan con claridad a lo largo de la exposición: por un lado, la pintura de corte expresionista gestual aplicada con las manos; por el otro las esculturas con materiales de sobra.
Estas últimas consisten en desechos industriales -tablas, cables, telas- y chatarra soldada o ensamblada con un cierto rigor cromático y aprecio a las texturas. El lado lírico de la basura se pierde por completo al transformar los objetos rescatados en composiciones equilibradas, en mobiliario propio de un salón o un recibidor. Técnicas: collage, ensamblajes y objetos apoyados (que no es lo mismo que encontrados, nada de trouvè) en el suelo o en la pared. Títulos: “Membrana”, “Confidencia”, o “Ese orden que llamamos amor”.
Carlos León escribe a propósito de la muestra: “La chatarra es una escritura, la parte legible de un lenguaje complejo. Y se diría que la función del artista que se sirve de ella para construir sus obras es, en primer lugar, la de inscribir ese lenguaje en el discurso general de las ideas, la de fundirlo en el más específico de la reflexión estética, y situarlo en el territorio de la producción artística circundante“. Y volviendo al principio, cuando hablábamos sobre los límites perceptuales y cognitivos que una obra de arte despierta en el pensamiento crítico, uno se pregunta cómo demonios inscribir el complejo lenguaje de la chatarra en el discurso general de las ideas y de la reflexión estética.
Al final de una sala, el espectador puede observar una estantería metálica con sobres acolchados sobre las bandejas y con el prefijo –pre- en el suelo. Luego puede leer el título: “Predecir”, girar un par de veces la cabeza a los lados y relacionar la teoría escultórica con la carne que tiene ante los ojos.

La vertiente pictórica, formada por paneles de aluminio o láminas de poliéster translúcidas, superpuestas haciendo veladuras, tampoco es fácil de apreciar a primera vista. Sobre todo porque muchas de las fuentes utilizadas al escribir este artículo le enmarcan dentro del expresionismo abstracto. La aplicación de los pigmentos con sus propias manos, empapadas de simbolismo romántico, se encuentra alejada de todo pronóstico expresionista abstracto. Ahora bien, ¿podríamos hablar de costumbrismo abstracto? (ABC Cultural)

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