domingo, 4 de marzo de 2012

Un escenario desnudo

-->


Presencia activa. Acción, objeto y público
Maja Bajević, John Bock, Gary Hill, Thom Kubli, Mads Lynnerup, Alastair MacLennan, Sergio Prego, La Ribot, Carlos Rodríguez-Méndez, Sue-C+AGF

         En la cabina de sonido propuesta por Thom Kubli bajo el título Record Attempt, ha sido ejecutado el sólo de guitarra más largo del mundo, situado a partir del día de la inauguración en 7 horas, 5 minutos y 4 segundos. Por una ventana vemos la guitarra, la mesa del notario que atestigua el concurso. El escenario es el concurso mundial e invisible y no la cabina. “Puedo tomar cualquier espacio vacío, y llamarlo un escenario desnudo”, escribía Peter Brook.
Brook hablaba de los portadores de significado refiriéndose a la capacidad de las palabras para transportar al hombre hacia las imágenes; hablaba de la importancia de las metáforas en escena, y de cómo gracias a esa conexión, el acto teatral se convertía en necesario. La sarta de lemas de Maja Bajević en Slogans Remix, se escucha en varios puntos de la ciudad. Los cartones con frases como “micromadre”, “bar el vendido”, empapelan las paredes de una sala dejando el rastro de la función de La Ribot, Laughing Hole (El agujero de la risa). Tres mujeres durante horas, riéndose mecánicamente, colgaron decenas de juicios represivos, de manera que al cabo de un tiempo observándolas, nada invitaba a la risa.
En Presencia Activa las primeras imágenes que aparecen ante nuestros ojos al cambiar de sala, son las que portan el significado de la exposición, del proyecto en el que instalaciones y performances generan un espacio completamente ensimismado. Las intervenciones funcionan como centros de atención aislados que redireccionan el espacio hacia un significado específico, artificial y abierto al público. Las performance activaron el espectáculo que desde la inauguración continúa con el público anónimo como protagonista. Coproducida entre MARCO y la LABoral de Gijón, la muestra coordina fragmentos de parábolas visuales a lo largo de un espacio conocido como cárcel hace dos siglos, transformado hoy en territorio para las artes más y menos dramáticas.
El espectador camina por un laberinto de escenografías cruzadas. El barril giratorio  de John Bock, Vas-Y!  reina en una sala, mientras un visitante da vueltas dentro, encerrado en una caja llena del ruido de la maquinaria; Mads Lynnerup presnta Plastic Gymnastic, una colorida sala de fitness donde, previa inscripción, dos días a la semana se celebran clases de pilates y aerobic. En otra de las salas, un elogio al brainstorming corre de la mano del escocés Alastair MacLennan con Lain Nail: invernaderos transparentes, pares de zapatos sueltos, cintas, ramas, piedras etc., todo ello a lo largo de una simetría paseada por un hombre vestido de negro, moviéndose lentamente con una rama en la cabeza y equilibrando pesos. MacLennan es miembro del conocido centro de performance Black Market International, que define su línea de acción en tres palabras: crear momentos esenciales.
Nos encontramos ante una amalgama de intensas situaciones expresadas con mesura: reírse durante seis horas, siete tocando la guitarra, caminar con los ojos cerrados equilibrando pesos durante tres días. Un hombre de dos metros permaneció durante horas delante de una masa escupida por Carlos Rodríguez-Méndez, delante de un insecto sin caparazón. Podríamos decir que las obras reunidas conforman un momento esencial que trabaja con una función de nuestro organismo como leitmotiv: la respiración. Al hacer gimnasia, al montarse en una habitación que da vueltas, al taparnos la nariz inconscientemente ante una papilla ajena, al introducirnos en el túnel neumático transparente de Sergio Prego, al reírnos.
El espacio vacío, el escenario desnudo donde el público experimenta y participa de las obras, es portátil y está incluido en nuestro físico, activado por circunstancias ajenas, programadas por los comisarios en este caso. Redireccionar la escena contemporánea hacia el juego de nuestro sistema respiratorio, parece la vuelta de tuerca del proyecto. Sin olvidar la capacidad de las imágenes para activar al visitante. Los vestigios de la inauguración funcionan independientemente de la actividad del espectador, desde la pista de tenis situada al lado de la proyección Infinitive Jest, de  SUE-C+AGF, hasta la cabina blanca de John Bock o las láminas de hierro de un depósito de aguas desmantelado por Carlos Rodríguez.
Curiosamente, en aquellos trabajos curatoriales en los que funciona la casi siempre decepcionante y pretensiosa participación del público, nos damos cuenta de que el espectador, si no está, no se echa en falta. Si el artista ya se fue, o el público no asiste, parece que la función continua, concentrada en su presencia dividida en diez actos. Las atracciones de las ferias temporales están quietas si no hay interesados en participar. Aquí ocurre lo contrario, las imágenes siguen girando sobre sí mismas aunque nadie esté interesado en ellas. (ABC, El Cultural)

Datos personales