La bandera de la cima Rafael G.
Bianchi
Gravity and Disgrace (ep. 1) Manuel
Eirís, Carla Filipe, Marlena Kudlicka, Paloma Polo, Diego Santomé
El proyecto La bandera de la
cima parodia el frenesí laboral que Rafael G. Bianchi (Gerona, 1967) realizó
en su estudio dibujando durante casi cinco años, equiparándolo al esfuerzo de
un alpinista al subir una montaña. Al copiar de un libro las imágenes de los
catorce ochomiles, al detalle, el lugar más alto del mundo es representado
desde el más bajo, el su reproducción. El objetivo marcado por el artista, el
de la banalización del acto de representar imágenes, se lleva a cabo a través
de un entramado de ficciones: documentos del proceso, bocetos, carteles y banda
sonora de la película realizada en su estudio, como si el proceso del artista
fuera una excursión comparable a la del escalador. Tan trivial puede ser el
objetivo y el proceso que se marca un creador, nos dice Bianchi, como el de
alcanzar la cumbre de una montaña, clavar una bandera y descender. La
celebración de Bandera en la cima, es
la del anti-héroe que reproduce una ficción absurda; la del artista o dandi que
rinde homenaje al esfuerzo vano, y cuya felicidad se retroalimenta en la
estupidez de sus gestos, por amor al amor.
De este ejercicio retórico de autoburla y lascivia, pasamos a la
colectiva protagonizada por reflexiones sobre el lugar de la escultura hoy en
día. El título de la muestra toma como referencia la controvertida exposición Gravity and Grace: The Changing Condition of Sculpture 1965-1975, que
tuvo lugar en la Hayward Gallery de Londres en 1993. En esta ocasión podríamos
apoyar la muestra con el subtítulo Etnografía
de los restos, pues de manera directa o indirecta, las obras en exposición
abarcan ideas, materiales e imágenes a los que en el ámbito artístico se les
otorga una nueva importancia. Como ocurre en el proyecto de Bianchi -donde el
artista retoma con ironía una puesta en escena asociada al arte conceptual-, Gravity and Disgrace mantiene, a grandes
rasgos, el gusto por recabar en la iconografía del siglo veinte: las relecturas
de eventos caducados, las formas utilizadas y la manufacturación propia del
período de 1965-1975.
El motivo que cada artista enfatiza, determina el grado de interés
de las propuestas. Paloma Polo (Madrid, 1983), presenta el material registrado durante investigaciones sobre los
eclipses; recopila documentos de las filmaciones científicas y enseña el
contexto que rodea a los minutos en los que aparece la sombra de la luna en la
tierra. Manuel Eirís (Santiago de Compostela, 1977) investiga alrededor de los skaters, sus
huellas y su comportamiento de grupo, y Carla Filipe (Vila Nova da Barquinha, 1973) vuelve a la
metáfora del tren en todas sus variantes. Los espacios de Marlena Kudlicka (Tomaszow Lub, Polonia, 1973) -la única
de las participantes que no utiliza palabras en sus juegos de equilibrios,
pesos y sombras-, mantiene una diálogo con períodos escultóricos anteriores. La
polaroid velada que presenta Diego Santomé (Vigo, 1968), o el video “Sobre la Escultura”, en el que
utiliza extractos del ensayo “La nueva visión” de Moholy-Nagy,
son obras que de nuevo visitan tiempos sobrepasados.
Fenómenos de atención como el del proyecto de Bianchi, tal vez
invite a algunos artistas a plantearse a qué distancia se encuentran del
artista que pintó los catorce ochomiles.(ABC, El Cultural)