No hablaremos de Picasso
Kiosco Alfonso, Coruña
Jardines de Méndez Núñez, 3
Comisaria, Marta García-Fajardo
Hasta el 19 de Abril
Hace cincuenta años que pablo Ruiz Picasso pintó La modelo en el taller. Hoy la tela se
muestra en la ciudad donde estudió en su juventud y se exhibe como si fuera una
escultura acorazada en una vitrina que señala la entrada a No hablaremos de Picasso.
Picasso es el anzuelo para reunir a diez artistas
y dejarles hablar con sus obras de los temas propios de la pintura de todos los
siglos: el deseo, la creación, la
memoria, el tiempo, el espacio, la intimidad, el retrato, el erotismo, la belleza y una de las temáticas más fértiles y tal vez menos
cultivadas hoy en día, la influencia del barroco español en el arte. Velázquez o Zurbarán fueron pinceles con forma de
seres humanos, artistas del siglo de Oro que han llegado hasta “el siglo de plasma”
en forma de referencia para miles de creadores. Picasso, Elmgreen & Dragset
o Juan Muñoz son algunos de ellos. Este último escribía a propósito de sus
instalaciones habitadas por seres inanimados: “Desde el principio mis figuras
(enanos, ventrílocuos- tenían una orientación conceptual. Utilizo la
arquitectura para dar a la figura un marco referencial teatral… Un recurso
barroco, un decorado para la imagen”. También podríamos decir que una de las
últimas creaciones de Elmgreen & Dragset, One day, es un decorado para la imagen: un niño de cuatro años
observa un fusil, ambos son de frágil aluminio pintado de blanco y encarnan el
eje del deseo dentro de la exposición.
Estas obras se
exponen con las de otros artistas escogidos para no hablar de Picasso, sino de
los citados temas que están en juego en cada obra de arte: Liliana Porter, Anselm Kiefer, Mateo Maté, Ernesto
Neto, Chiharu Shiota, Georg Baselitz, Louise Bourgeois y Sofía Táboas. Algunas obras ya formaban parte de la
colección de la Fundación Maria José Jove y otras son nuevas adquisiciones.
El óleo de Jacqueline -su musa de entonces- es el canal expresivo de una
exposición de carácter completamente escultórico. Cuatro lienzos de entre las
diez obras, sobresalen de la pared; Cuadro
muerto de Mateo Maté es una reproducción de una pintura enmarcada que
resbala hasta llegar al suelo. Liliana Porter ancla objetos y grafías al
espacio pictórico en Sin título con barco
azul, haciendo casi pareja con el barco y el lienzo de plomo de Anselm
Kiefer: La memoria. Hasta el pintor
alemán Georg Baselitz en su imagen girada ciento ochenta grados que lleva por
título Dix -donde aparecen dos
figuras boca abajo- se acerca a esa visión escultórica de la representación
artística: “Lo que me interesa es quitarle el suelo al espectador. Quiero
quitarle al cuadro la base de realidad que el cuadro podría tener”. “La modelo
en el taller”, leitmotiv por excelencia de artistas a lo largo de la historia
de la pintura, inicia al espectador en un paseo a favor de la
tridimensionalidad sobre la que Barnett Newman ironizaba en los años cincuenta:
“La
escultura es aquello con lo que tropiezas cuando retrocedes para mirar
un cuadro”
Las personalidades
artísticas encajan con extrema fluidez en No
hablaremos de Picasso; nos hemos dado un paseo por artistas representativos
del s.XX y XXI sin darnos cuenta del afán didáctico del recorrido; el primer
plato es moderno y el postre acaba de salir del horno. El formato de la
exposición carece de arrogancia y acoge con amabilidad a expertos, aprendices y
público general. Picasso siempre dará que hablar. (ABC Cultural)
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