Una cortina ralentiza la entrada a la exposición, augurando con
ello la apertura a un espacio donde cada obra despliega un carácter diferente,
y de ese modo acerca al espectador a una interpretación personal del tiempo
impreso en los videos, instalaciones y fotografías con las que Graham Gussin (Londres, 1960) dibuja un paisaje
interior: Clearblueskydeepdarkwater.
(cielo azul despejado agua oscura profunda).
Más que
utilizar las técnicas artísticas como medios de comunicación para expresar
puntos de vista y percepciones e intuiciones personales, cada obra parece un medio de comunicación independiente.
Lo cual podría entenderse como una definición pasajera, en el caso que nos
ocupa, de la expresión: obra de arte. Las piezas apuntan a ámbitos de
conocimiento distintos – su trabajo nos deriva al cine, a la literatura o al
sonido-, sin embargo el tema de la aproximación del espectador se encuentra en
todas ellas. A lo largo de la muestra, el observador se introduce en una
coreografía de ritmos fijos, se acerca y se aleja a distintas velocidades,
tanto de manera física como reflexiva.
El recorrido
invita al espectador a detenerse y buscar dentro de estructuras geométricas de
madera; a sentarse entre proyecciones de video; a recoger alguna de las
imágenes del puesto callejero en “Noticias de ninguna parte” (título de la
novela de William Morris), o a lanzar con el pie alguna de las ciento noventa y
nueve canicas que se corresponden con los ciento noventa y nueve caracteres del
título impreso en la pared. El visitante concentrado en descifrar los
microrelatos, desconoce que su andar está diseñado por el ritmo de las
creaciones.
A través de
los títulos y la localización de sus referentes dentro y fuera del museo, el
artista lleva de la mano al público, lo traslada de un espacio a otro. “¿Qué
supone una mayor intromisión, la acción de esparcir cantidades irrelevantes de
vodka y perfume en la sala de reuniones de la institución o exponer la
documentación de esa acción en el espacio expositivo?”, pregunta Graham Gussin.
Se refiere a la serie de fotografías “Sala de conferencias intoxicada”, en la
que 100 ml. de vodka Moskovskaya y 50 ml. de perfume La Fumeé se derramaron por
la sala de conferencias del CGAC.
Las obras en
exposición se refieren a imágenes y espacios desapercibidos, narrativas
caprichosas en lugares cotidianos. En el video filmado en las calles que rodean
su estudio -“El toque de la calle de noche”-, la simple acción de una mano que
toca y se aleja con rapidez de los lugares y objetos rozados, se sitúa enfrente
de otro video donde la niebla agachada se desplaza lentamente por el agua y
entre los árboles. El trabajo de Graham Gussin marca el compás de nuestra
mirada. (ABC, El Cultural)
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