sábado, 15 de octubre de 2011

Cortesía del artista


                                                                     Karmelo Bermejo 
                                                            Cabeza de toro disecada girada 180º

 Título de la obra: “Museificación”. Subtítulo: “Tarifas de entrada del Guggenheim Bilbao aplicadas al MARCO Vigo”. La entrada a la exposición de Karmelo Bermejo (Málaga, 1979), podría ser gratuita y ahora cuesta trece euros. Punto.
En ocasiones, después de leer el prospecto de un medicamento, uno duda si será mejor el remedio que la enfermedad. Del mismo modo, la ficha técnica de cada una de las obras en exposición, exige un posicionamiento parecido en el espectador; asiente interesado, o niega con la cabeza. Las obras de Karmelo Bermejo en esta individual del MARCO están contraindicadas, el carácter revulsivo de la escritura es el protagonista infalible de su trabajo. Las cartelas gozan de mayor independencia que las obras, e incluso desplazan el protagonismo de las piezas que Karmelo Bermejo ha protegido bajo el título de un signo ortográfico. La obra a la que se refiere cada ficha técnica, reposa al lado como prueba de fe, como certificado de veracidad. Sea la cabeza de toro hundida en la pared o el mástil de bandera que atraviesa el suelo del museo, la obra resulta una evidencia de su descripción contigua. 
Al lado de las obras, los rectángulos de papel escritos parecen las denuncias que el propio artista emite hacia sus creaciones. La escritura es el medio por el cual el artista confiesa que no siente el pecado ni padece remordimientos. “Postcolonial Layer. Pieza arqueológica precolombina proveniente de un expolio, adquirida con dinero público en una subasta europea y cubierta posteriormente con una pátina de falsa antigüedad. 2011. Cerámica precolombina datada ca. 500-300 AC y pátina de envejecimiento artificial, altura 35 cm. Cortesía del artista”. En cada una de las nueve descripciones detalladas figura “Cortesía del artista”. Es decir, atención, generosidad, detalle, de Karmelo Bermejo hacia el museo o las instituciones que han costeado la producción de sus obras.
Además del valor de la escritura, apreciamos tres técnicas empleadas para la representación de las cartelas. Si consideramos la técnica sustractiva (talla en piedra), y la aditiva (modelado en barro), como dos técnicas escultóricas clásicas, Karmelo Bermejo se debate entre ambas, redefinidas a lo largo del s.XX. Una consiste en extraer y otra en añadir: significado, sentido, valor. La estatuilla precolombina pintada, o la pepita de oro macizo recubierta de pintura de oro falso, funcionan por adición de significado. La cabeza de toro disecada girada 180º y empotrada en la pared, y el mástil de bandera girado 180º y clavado en el suelo, adquieren sentido en su ocultación, al apartar de la vista lo que sólo percibimos por medio de la imprescindible cartela.
Ya por último, la “sin técnica”, propia del arte que liga el prospecto con el medicamento, y que consiste en hacer fluctuar el sentido de las decisiones, de los gestos que el artista concibe desde un papel y traslada al mundo visible. Si algo caracteriza la posición de Karmelo Bermejo es la manipulación del valor de cambio como obra de arte. Las piezas funcionan como disculpa, como pretexto, bien sea para dislocar a los patrocinadores de su carrera artística, a los espectadores indignados, o a aquellos que alaban la tensión de sus imágenes. La fluctuación económica se refleja en la ficha técnica de algunas obras: “Devolución de una subvención del Ministerio de Cultura por no haber realizado ninguna de las obras de arte para las que fue otorgada”; “Jacuzzi instalado en el despacho del director con los fondos del Museo que él dirige”; “10.000 euros de la Fundación Botín enterrados”.
Las técnicas que aparecen en la exposición aluden al mismo motivo, la desconfianza como mercancía, su sobreexposición, su exceso de visibilidad. La contraindicación es el método que consiste en aclarar cualquier duda por medio de un texto explicativo, y conseguir con ello provocar reacciones adversas en el espectador. Cuanta más luz se arroja sobre la realidad, más difícil resulta aceptarla. Y cuanto más claras se describen las ideas, menos explicaciones necesitan las obras de arte. Las imágenes de Karmelo Bermejo, formen parte de una comunicación plástica o de un código de signos como el escrito, resisten como la piedra. (ABC, El Cultural)

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