martes, 7 de marzo de 2017

El doble de la mitad. Rubén Ramos Balsa



La mitad del doble vínculo

El doble vínculo es el protagonista incuestionable de la exposición de Rubén Ramos Balsa (Santiago de Compostela, 1978). Además de encontrarnos con un buen título para una reedición de un ejemplar de Gregory Bateson –“El doble de la mitad”-, las sesenta obras realizadas entre los años 2000 y 2016, podrían ilustrar la portada ideal de cualquier investigación sobre percepción o sistemas de comunicación relacionados con la esquizofrenia, véase Bateson, Deleuze, Guattari, etc.

Rubén Ramos trabaja en el campo de la escultura, la instalación, la fotografía o la performance y entre sus referentes figuran Picasso, Einstein o Arquímedes. Aunque sus propuestas arrasen en exposiciones colectivas por la sencillez refrescante de sus piezas, el desinfle visual resulta notorio cuando se agrupan las sesenta obras que componen su primera gran individual. El propio Balsa reconoce que en su obra repite los mismos conceptos, duración, tiempo, gesto, etc., lo cual le lleva a realizar la misma obra en distintos formatos y medios. Si bien la repetición como ejercicio artístico puede resultar eficaz cuando se está configurando un lenguaje propio, el tiempo ubica las obras en su sitio. La exposición reúne fotografías e instalaciones conocidas, como “Soplar” o “La clase mar” y obras de nueva producción en las que efectivamente, el artista insiste en presentar las mismas ideas.

En la puesta en escena de sus trabajos, el mixto entre tecnología y arte configura la apariencia de las máquinas estéticas, es decir: desde la plataforma del arte le interesan los procesos en los que la tecnología alumbra nuevas presentaciones de la obra de arte. Es cierto que la ciencia posibilita los caminos expresivos de los planteamientos artísticos -un pincel tiene a sus espaldas tanta investigación científica como los 30000 lúmenes de un vídeo proyector 4K-, pero la pregunta es inevitable: ¿por qué las piezas de Rubén Ramos Balsa solo funcionan en y desde su subjetividad? Detrás de un discurso intenso de boxeador-matemático-ingeniero-artista que pretende demostrar obviedades científicas o tecnológicas al campo del arte y bebe de ese sencillo cambio de escenario, no se entiende por qué las obras que incluyen cualquier matiz tecnológico, permanecen literalmente apagadas. Si la clave del discurso de Rubén Ramos Balsa es la energía y sus nuevas posibilidades, la luz y sus revoluciones actuales, la cuanticidad del doble de un grano de arroz magmático empírico y atómico… ¿por qué sus obras no funcionan?

El discurso del artista camina en una dirección y su trabajo en la dirección contraria. Más allá de que en la presentación de sus piezas aparezcan, por ejemplo, una doble huella de un vaso de agua en la mesa, dos papeles arrugados, dos frutas, dos jarrones, dos lavabos, dos instantes de la misma estancia o dos fuerzas que generan energía, cuando nos referimos al double bind o doble vínculo como protagonista del trabajo del artista gallego, nos referimos a la asfixia comunicativa que emana de sus creaciones: la paradoja y la contradicción aparecen resueltas en términos estéticos. En definitiva, dos y dos y dobles y mitades mareadas de tanto mirarse al espejo. (ABC Cultural)

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