He aquí una sala de exposiciones habitada en horario nocturno. La experiencia de pasar una noche dentro de un espacio expositivo, responde a un deseo común entre cientos de admiradores del arte. A partir del 18 de mayo, día internacional del Museo, el espacio anexo del MARCO permanecerá cerrado para el uso exclusivo de sus ocasionales huéspedes, como ya ocurrió con el “Revolving Hotel Room” en el Guggenheim de Nueva York en el 2008 o en el Boijmans Van Beuningen de Rotterdam en el año 2010. Durante dos años, funcionará como una habitación de hotel disponible a todo aquel que desee pernoctar. Cualquier persona tendrá la posibilidad de formar parte de un espacio funcional diseñado como obra de arte, y alojarse detrás de los motivos florales del japonés Michael Lin (Toquio, 1964). Lin ha sido el encargado de ponerle cara a este proyecto, y “rvr arquitectos” (José Valladares, Alberto Redondo y Marcial Rodríguez), quienes han dotado de profundidad a este hotel de única estancia.
Desde la calle se aprecian los estampados con flores tradicionales de Taiwan, marca de identidad del artista que ha cubierto múltiples superficies, como la pista de tenis en el Museo de Arte Contemporáneo en Honolulu, -2005-, la fachada de este proyecto o las paredes interiores de la galería catalana Nogueras Blanchard, que ahora muestran “Between the lines”, el proyecto que Michael Lin desarrolla en paralelo al hotel en Vigo.
La labor de hostelería realizada por el MARCO propone un modo de transfigurar el espacio público y el privado. La sala es accesible para cualquier interesado que desee pasar una noche, y la transición física entre la habitación reservada y la plaza donde se ubica, se realiza de golpe. El espacio anexo a las instalaciones del museo brinda la posibilidad de dormir en una habitación rodeada de calle: desconocidos que hablan, caminan, fuman o pasean al perro. El espectador/ habitante será el dinamizador de esta habitación de 35 m2 diseñada minuciosamente para el bienestar de sus huéspedes, quienes interactúan con la obra en total intimidad. El uso personal que cada espectador desarrolle entre las cuatro paredes cubiertas por Michael Lin -la interacción privada con la obra de arte-, parece la intención primera del comisario del proyecto y presidente de la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo, Iñaki Martínez Antelo.
La ironía despunta como modus operandi de los creadores del proyecto. Uno. El espacio expositivo se transforma en una obra de arte reservada previo pago. Dos. Desconocemos la intimidad de las acciones desarrolladas en su interior. Tres. Los elementos ornamentales coloridos y despreocupados, decoran el espacio; tanto que le preguntamos a Lin sobre la alegría que su obra resuelve, y nos responde: -Bueno, es que los japoneses no tenemos problemas con nuestro padre, no queremos matarlo.
En cuántas ocasiones no han funcionado como se esperaba las obras de arte cuyo propósito era interactuar con el público, o cuántos esfuerzos habremos visto fracasar por parte de los museos de arte contemporáneo a la hora de conectar la calle y el museo. Y qué mejor manera de celebrar el día del Museo que imaginar la maleta abierta de un individuo en una de sala de exposiciones, que solo funciona a la hora en que estamos dormidos. (ABC, El Cultural)
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