domingo, 13 de septiembre de 2009

Living Together. Estrategias para la convivencia


Marcus Coates, Journey to the Lower World, 2004

La actual sociedad anónima y cada vez menos secreta Tiquun en su “Teoría del Bloom” expone una de las paradojas que predominan en la fricción actual con el espacio público: “En el seno del espectáculo, como en el de la metrópoli, los hombres nunca tienen la experiencia de acontecimientos concretos sino tan sólo de convenciones, de reglas, de una segunda naturaleza enteramente simbolizada, enteramente construida. Reina ahí una escisión radical entre la insignificancia de la vida cotidiana, denominada “privada”, donde nada ocurre, y la trascendencia de una historia congelada en una esfera, denominada “pública”, a la que nadie tiene acceso”. Apreciamos de ese modo “Pleased To Meet You”, el título de los veinte pequeños retratos al óleo de Lynette Yiadom-Boakye (Londres, 1977), que componen una galería de personajes imaginados, perfiles de la misma persona en distintas situaciones y contextos. La dependencia del sujeto en relación al medio que le rodea y las múltiples caras que es necesario construirse para habitar en ese espacio inaccesible, parece la hendidura que señala Tiquun, donde todos coincidimos en bloquear la posibilidad de una comunidad viable. Como coincidir en un espacio cualquiera no significa compartirlo, los sistemas de autorepresentación hacen posible e imposible la comunicación diaria, como en la concurrida fiesta celebrada por acumulación de personajes en el óleo de Nicole Eisenman (Verdún, Francia, 1965).
“Living Together” presenta un ejercicio de análisis por medio del trabajo de catorce artistas de diferentes nacionalidades que han sido invitados a poner en tela de juicio los espacios interrelacionales, las telas de araña y mordazas que coartan las libertades y valores personales, los conflictos políticos e íntimos en la actualidad. Los ritmos de poder, las huellas del contexto en el sujeto, las influencias del hábitat en la vida cotidiana. Los prejuicios impostados y muros invisibles que presionan el día a día de colectivos marginales, los límites y las reglas que uno mismo consiente a su alrededor y le convierten en el primer desconocido de su propio entorno. Cuántas barreras resultan infranqueables por un contexto impositivo -flujos migratorios, diferencia racial, sexual, etc.- y cuántos prejuicios creamos sin necesidad. A propósito de las fronteras, “The Walls Can Be Invisible” es la instalación que Delaine Le Bas, (West Sussex, Reino Unido, 1965) realiza a modo de diógenes parvulario donde se acumulan fotografías, objetos, frases como “You never should play with the gyspsies” y labores de punto. Gran collage que remite a una soledad vital, a una relación fallida con el medio y que a su vez nos recuerda la necesaria elaboración de un criterio personal como punto de partida para la convivencia. “¿Qué está ocurriendo con el espacio interrelacional del mundo contemporáneo?, ¿qué mecanismos operan, a menudo veladamente, para ordenarlo?, ¿qué valores debemos revisar, construir, consensuar y afianzar para que sirvan de cimientos sobre los que asentar las bases de una mejor convivencia en el siglo XXI?” Estas son las cuestiones planteadas por Xabier Arakistain y Emma Dexter, en una exposición cargada de crítica y soluciones para hablar entre nosotros y no entre otros.
Al plantear estrategias para la convivencia, la exposición arranca desde la optimista posibilidad de acceder a un espacio común. Marcus Coates propone una video-instalación (1968, Londres), en la que reúne un vecindario cuyo barrio va a ser demolido. Bajo el disfraz de terapeuta y chamán se propone reconducir el miedo de los vecinos, haciendo uso de la faz ornitológico-mágica para ofrecerles la oportunidad de hablar. El colectivo cede ante el primer ridículo de verse ante un hombre cornamentado y termina por expresar la voluntad de continuar viviendo en grupo. El desamparo que les une se convierte en una muestra de fuerza y apoyo. También el trabajo de Paula Trope (Río de Janeiro, 1962) relata una estrategia comunicativa, a través de la imagen fotográfica en este caso, ofreciéndoles unas estenopeicas de hojalata a unos “Meninos da Rúa” e invitándoles a retratarse entre ellos en su barrio de favelas de Río de Janeiro.
“Living together” funciona. Las personas que acuden al museo disimulan sus inquietudes comentando lo que ocurre en las salas. Las obras de arte entendidas como disculpa para hablar entre nosotros es otra estrategia para la convivencia no documentada en la exposición. Tiquun habla hoy en día de un espacio privado donde nada ocurre y una esfera pública inaccesible, “Living Together” acredita la existencia de un espacio privado accesible y uno público donde acompañarse todavía no es un acto del otro mundo. (ABC, El Cultural)

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