Rubens Mano
Sin título (del proyecto Básculas), 2000
Los artistas jóvenes envejecerán, y las viejas
glorias no lo han sido por azar, de manera que cada artista lleva la mochila
cargada desde su juventud; con la tradición histórica, con los lugares comunes
visitados por los artistas de su país, con su contexto cultural. El modo en que
vayan aligerando peso por el camino, particulariza su trabajo. Unos se alejan
de Brazil y otros se dirigen a su corazón.
Los dos espacios donde se encuentran las obras de
This is Brazil!, conforman una
panorámica del entramado artístico brasileño de las últimas dos décadas. Más de
treinta artistas han sido elegidos para representar la miríada de particularidades
que dibujan el carisma del arte autóctono; entre ellos Sandra Cinto, Valeska Soares, José Bechara, Adriana Varejão, Cindo Meireles,
Iran do Espírito Santo, Marco Gianotti, Caio Reisewitz o Ernesto Neto.
Resulta complicado definir el ida y vuelta de
intercambios referenciales entre São Paulo y Río de Janeiro. No es sencillo trazar
un mapa cuadriculado de características estables, ni desenmascarar el
territorio artístico donde emergen por todos lados, nombres de artistas y
movimientos brasileños anteriores. La definición de una identidad artística
nacional es la búsqueda obsesiva que reúne a artistas, críticos y comisarios en
el mismo teatro, porque sólo podemos distinguir luces y sombras de tiempos
pasados. Lo que tienen en común las obras seleccionadas es el origen geográfico
de sus autores, y como apunta el comisario, “Hay muchos Brasil”.
Necesitaríamos escribir un texto por artista para
desempolvar las corrientes, los manifiestos y las personalidades más
influyentes para los artistas en exposición. Hablaríamos de las influencias del
concretismo y neoconcretismo brasileño, de la vertiente paisajista, la
influencia de la arquitectura, de Hélio Oiticica, del protagonismo de los
materiales y las metáforas, de los escenarios actuales de la figuración y la
abstracción brasileña, y un largo etcétera. A unos artistas les asociamos con
facilidad a Brazil (porque hemos entrenado el ojo en exposiciones, ferias,
etc.): Ernesto Neto, Damasceno, Efrain Almeida. Otros en cambio, han conseguido
deshacerse poco a poco de las referencias contextuales, y podemos leer sus
trabajos sin una nacionalidad cultural marcada: Marcos Chaves, Vik Muniz,
Rubens Mano. La obra de Mano, “Sin título”, consiste en dos platillos de una
báscula unidos, dándose la espalda, y bien podría figurar como síntesis a esta
valiosa tentativa de discernir “lo brasileño” a través de sus representantes
actuales.
En 1953, el grupo de artistas brasileños
“Ruptura” proponía en su manifiesto una definición de “lo nuevo”. Entre sus
características destaca la última: “conferir al arte un lugar definido en el
marco de la labor espiritual contemporánea, considerándolo un medio de
conocimiento deducible a partir de conceptos, situándolo por encima de la
opinión, exigiendo para su juicio un conocimiento previo”. La declaración
podría haberla firmado cualquiera de los grupos de vanguardia que colonizaron
el s. XX . Con esto queremos apuntar que el concepto de identidad artística
nacional lleva implícita la idea de su ruptura, y que en el forcejeo particular
de cada artista con su tierra natal, hay variables comunes que resisten al
tiempo.
El crítico y comisario brasileño Paulo Reis
definía así una de las corrientes de fondo: “Lo que se vuelve evidente ante una
obra brasileña es la exuberancia (…) su capacidad de apoderarse de los aspectos
culturales de la llamada cultura popular y desarrollar una plasticidad lúdica,
envolvente sin dejar de cuestionar todo el sentido del arte, de la historia, de
la cultura y del origen de lo que por convención se ha llamado Arte Brasileño.
Lo que está en juego es saber qué tipo de identidad es la brasileña o qué se
espera del artista brasileño”.
Podemos leer la historia del arte de Brasil en el
siglo pasado a partir de las obras reunidas, pero apenas resolver la cuestión
lanzada por Reis, ¿qué se espera del artista brasileño? Intuimos lo que Paulo
Reis denomina “exuberancia del arte brasileño” pues es más antigua de lo que
cualquier corriente artística originada en Brasil en el siglo pasado. Las
corrientes y los manifiestos se fueron, la exuberancia continúa y nos queda por
delimitar su contorno para convertirla en rasgo de identidad permanente.
Entonces los artistas se acercarán o se alejarán de ella sabiendo que la
exhuberancia les pertenece. (ABC, El Cultural)